viernes, 15 de mayo de 2009

MUCHO OJO CON LA MALA:




Fue Sol Lewitt quien alguna vez dijo que, el artista que se queda haciendo lo que mejor sabe, se vuelve a la larga relamido, y por tanto, su arte termina perdiendo interés. No creo que La Mala Rodriguez haya leído a uno de los célebres teóricos del arte conceptual, aunque nunca se sabe. De lo que sí estoy seguro es de su olfato de perra. Lo demuestra con hechos en esta su nueva propuesta, “Ojo con la Mala“, creada junto al Taller de Musics de Barcelona: una revisión de su repertorio arreglado para la ocasión en clave de jazz. Y la verdad, no es nada nuevo que el rap se alíe con instrumentos si echamos una mirada al panorama internacional. Gente como The Roots o Guru ya demostraron que la ecuación funciona. Ahora, si tenemos en cuenta que la escena hip hop en España es aún bastante joven, lo nuevo de La Mala, se convierte en vanguardia y sienta un precedente incuestionable dentro del género.



TIENE LO QUE TÚ QUIERAS:

De tan chula, sexy; de tan diva, magnética; y es que la Mala Rodríguez no se anda con rodeos, va directa al grano y lo sabe: tiene lo que queremos. Lo demostró el pasado Martes 12 en un contexto poco habitual, el Teatro Español de Madrid, acompañada de una bigband. Fue la encargada de inaugurar el ciclo “Las Noches del Español“, que traerá durante el mes de Mayo diversos artistas nacionales e internacionales.

Pisó las tablas con retraso y dio razones: yo no trabajo tan temprano. Previamente el escenario había sido templado por la banda que la acompaña en esta nueva gira. A un lado un set de platos, teclas, guitarra, bajo, batería y coros. Al otro, la sección de vientos de la Original Jazz Orquesta del Taller de Músics de Barcelona. Tras un primer guiño instrumental a The Commodores, La Mala prendió a voz en grito con uno de sus hits, “Tengo un trato“. Los allí reunidos no quedamos indiferentes al primer contacto, los arreglos para bigband firmados por Refree, confirmaban la sospecha de que estábamos por presenciar algo diferente. Digamos que la expectación podía palparse en las plateas.

Vestida de negro, tacones y claveles rojos en el pelo, la rapera dejó claro en un principio de donde viene, y sin más, echó a un lado el pie de micro de una patada y empezó a moverse al uso por el escenario. Los temas se fueron sucediendo a un ritmo vertiginoso, ella, clavada al tempo y la banda, dibujando un halo de texturas funk que bien podrían recordar a las orquestaciones de Lalo Schifrin. Si bien es cierto que la fórmula resultaba certera, hay que decir que por momentos la voz de La Mala quedó engullida por la fuerza de los metales. Sin embargo, en las partes más atenuadas, el rapeo áspero de la sevillana irrumpía como un rayo de cemento en el pentagrama.

Llegó el turno del “Toca toca“ y en otro arranque de chulería, La Mala se plantó y paró el tema por la mitad. No me gusta la actitud, inquirió a los espectadores, tenéis que gritar conmigo. Vuelta a empezar y la sala con diez grados de más. Coros, palmas, la banda como un trueno y ella sin batuta profanando el teatro a fuerza de masa. Hasta el técnico de luces debió de contagiarse, porque en un momento de euforia, se prendió de forma intermitente la araña que colgaba del techo.

Con el público en el bolsillo siguió revisando su repertorio sin perder un ápice de fuerza. Acostumbrados al pobre planteamiento escénico de los conciertos de rap, el show de la Mala despegaba como un cohete, y eso, que la rapera no es ningún histrión. Aun así, encontró su punto en una mezcla de complicidad con los músicos y sensualidad soberbia hacia el espectador. El dinamismo de la banda, algún toque de humor y unas buenas proyecciones hicieron el resto.

Fue con su controvertido himno marginal “La niña“, que el fantasma de Las Grecas sobrevoló nuestras cabezas y nos transportó por un momento tres décadas atrás, cuando los nuevos caminos del flamenco se encontraron con el soulfunk, y dieron lugar al irrepetible “sonido cañoroto“. Con esto, La Mala demostró que es capaz de tomar el testigo en el camino que otros abrieran antes.

El concierto llegó a su fin de forma apresurada. Parecía una broma, lo cerró con “Yo marco el minuto“. La sensación sabía a poco y el público no quiso rendirse tan pronto. El bis se hizo esperar pero sin duda mereció la pena. La Mala salió únicamente acompañada por Refree - su mano derecha en este nuevo proyecto -, quien comenzó a tocar una suave melodía al piano. El momento pintaba más bien íntimo, pero ella, eléctrica como siempre, no pudo evitar levantarse del asiento para rimar sus versos. Cabe señalar este tema, pues lejos de volver al rap, la sevillana declamó dos largas estrofas intercaladas por un estribillo que más bien era un grito del alma. Y si el género pudo ampliarse aun más esa noche fue en este giro de estilo que nos dejó a todos un tanto despistados. Sin embargo, recuperando amarras, la banda se fue sumando por goteo y La Mala, culminó como mejor sabe, con el siempre grande “Tengo lo que tú quieres“.

Después de esta experiencia, sólo cabe esperar que, al modo en como lo hizo Juan Perro, La Mala Rodríguez sepa fraguar su talento con el del Taller de Musics, y podamos por fin los oyentes disfrutar este acierto en formato disco.

viernes, 8 de mayo de 2009

LA “NUEVA“ CANCION CHILENA: 



Algo se está despertando en Chile. En la calle y por los bares de Bellavista o de Cumming se habla de una nueva ola de cantautores. Los fantasmas de la Parra y de Victor Jara se invocan en las voces de una nueva generación de artistas que ha hecho del estrabismo su bandera. Folk-punk, pop-folk o dirty trova, son algunas de las etiquetas que ya circulan por los medios para dar molde a un hecho; y es que la canción chilena parece estar de nuevo desperezándose. Nombres como el de Camila Moreno, Natalia Molina o Chinoy son hoy cada vez más referidos entre el público, y lo que sorprende es que ninguno de estos artistas cuenta con disco en su haber hasta la fecha. Eso mismo debió de llamar la atención del también joven director de cine Andres Wood, quien para su última película, “La buena vida”, pidió la colaboración de Chinoy para el tema principal de la banda sonora. El siguiente artículo trata sobre la trayectoria de este joven y ya mitificado cantautor, símbolo indiscutible del cambio que se impone. 

CHINOY: UN CUERPO DIVERGENTE 
Nacido en San Antonio en la década de los ochenta. Criado - según cuenta – en los cerros, “entre pichangas y peleas“, aprendió pronto de cómo viene la vida en la calle. Probablemente aprendió a cantar escuchando a las gaviotas, alguna de esas mañanas que escapaba de la escuela, a columpiar sus ojos frente al mar. Pero no fue hasta la adolescencia que bajó rodando al puerto, al encuentro del hampa orillera, y allí, carne de muelle, debe ser donde asumió los voltios de su generación.
Desde bien chico había querido tocar en algún grupo y aunque fuera un hijo de la trova, llegó por década, más rápido a la escena punk. De grupos como la Polla Records, Los Ramones, Sex Pistols o Fanáticos aprendió la actitud que ha hecho de hoy lo que es, un sueño hecho de pasos, flaco y divergente. 
Tras montar su primera banda punkera en San Antonio, Don Nadie, con la cual llegó a grabar una maqueta, cruza la cordillera y llega a Bahía Blanca, donde cumplirá una primera etapa argentina, tocando en la banda de metal, Diadema. Corría el año 2000. Tras regresar de nuevo a San Antonio para dedicarse a la pintura, comienza a darle forma a su faceta acústica. En este periodo coincide con la banda Loquero, quienes impresionados por su garra sobre el escenario lo invitan a La Plata. Allí conoce a los Naisser, a los que se unirá durante un tiempo. Es en esta segunda etapa argentina donde Chinoy perfila su lado solista y empieza a ofrecer algunas actuaciones como tal. Ya han pasado siete años y lo que sigue es lo que hoy nos encontramos, el regreso de nuevo a Chile, pero con un cambio de puerto, el suyo natal por el de Valparaíso. Esta vez Chinoy emprende definitivamente camino solo, guitarra al hombro y la poesía en los pulmones. La rabia adolescente se integra como un jirón de historia en el cuerpo del ahora cantautor. La vuelta a su raíz es un hecho no exento de matices. La herencia trovera aflora como un delgado tallo entre cascotes y salitre. Trova & punk, así es como gritan hoy los hijos de la tierra. 
Dice que llegó a Valpo buscando el desorden que lo agitara. ¡Y sí lo hizo! Enseguida conecta con la bohemia porteña y comienza a tocar por bares para ganarse el pan. No tarda tiempo en convertirse en el rumor que transita las callejas, pero él, fiel a sí mismo, continúa inalterable, siempre tras el brinco de algún verso o el gas esquivo de alguna melodía. Chinoy deambula, cabizbajo, crece y llega a la obra por la intuición del vago. Se habla de que ostenta más de cien composiciones. El rumor llega a Santiago. Grandes como Redolés o Manuel García lo reivindican e invitan a sus directos. Telonea a Pedro Aznar y es invitado a la fiesta de los “Cien años de Allende“, donde actúa en el estadio Víctor Jara ante miles de personas, sin tener aun ningún trabajo firmado. Definitivamente, ha nacido un mito, el mito Chinoy. 
Verlo actuar es sentir una descarga. Sólo en los primeros acordes uno siente el voltaje que se le viene. El rasgueo feroz de su guitarra calienta el ambiente y cuando la voz por fin se hace para desgranar los versos, la experiencia alcanza una mística increíble. El público se arroja, como él, a un trance que podría durar horas. Su poesía, hecha de exquisitos símbolos, narra la vida desde un prisma iluminado. Su voz delgada, como un trino, se hace textura inflamada que prende a coro en cada estribillo. Chinoy es el mismo en cada pausa, parco y tímido, pero al arrancar el grito, el misterio se desdobla e inunda la sala como un océano. 
Tras algún intento errado por entrar a grabar, parece que por fin en 2008 se anima a meterse en los estudios Huevo Records, de la mano del productor chileno Mowat. La dupla está hecha y ambos concretan actualmente el que será el disco debut de Chinoy, “Que salgan los dragones“(Quemasucabeza). Con un alto índice de misterio al respecto, se puede leer en alguna declaración del productor que el trabajo se está realizando entre Chile y Alemania, país donde reside éste último. También se nos informa de un segundo productor en discordia, Zarrata, quien además se encarga de la parte ejecutiva. 
Por el momento ya se puede escuchar el primer single de adelanto, “Klara“, dentro del sitio oficial del artista: www.myspace.com/chinoysite, el cual lleva registradas hasta la fecha más de 300.000 visitas. Parece que la red se ha convertido en la principal plataforma de promoción de este joven cantautor. Cabe señalar que andan circulando ya varias recopilaciones de sus temas registrados de directos y radios, los cuales pueden descargarse de manera gratuita desde el blog: www.laultimapapita.blogspot.com. Pero ojo, Mowat sale al paso y aclara que el nuevo material poco tiene que ver con lo escuchado anteriormente. Así es que sin más, tendremos que esperar a ver con qué nueva textura nos sorprende Chinoy, y si ésta cumple definitivamente nuestras expectativas.