jueves, 7 de enero de 2010

GALÁN DE NOCHE:



Me llamó mi cuñada una mañana este verano. Quería hacerle un regalo a mi hermano por el día de su cumpleaños y había pensado que yo, a lo mejor, podía darle forma a algo que ella tenía en mente.
- De qué se trata -, le pregunté, mientras le pagaba el cazón al pescadero.
- Quiero regalarle un galán de noche.
- Y eso qué es, y disculpa mi ignorancia.
- Pues mira, sirve para ponerlo a los pies de la cama y a tu hermano le viene estupendo para no seguir dejando todo tirado cuando se desviste.
- Ah!, un desvestidor...
- Sí, es lo mismo -, añadió ella.
- Vale, yo creo que sí, déjame a ver si se me ocurre algo y te llamo cuando vaya a empezarlo -. El pescadero llevaba casi medio minuto esperando a darme las vueltas y me chistó levantando el mentón y alargando su mano con los cuatro cobres.
- Yo puedo ofrecerte unos 100 euros, ya sabes que no somos ricos -, dijo mi cuñada.
- Ehhhhh..., vale -, dije calculando muy por encima algo que todavía no sabía ni de qué se iba a componer. Total, era mi cuñada, y el regalo era para mi hermano, hubiéramos llegado a un acuerdo de todos modos, incluso aunque saliese perdiendo plata. La familia es así, incontestable.



Al mes y medio, entonces quince días pasados ya del cumpleaños de mi hermano, tenía terminada la pieza. El diseño era sencillo y lo concreté una mañana de esas de fogonazo, cuando tuve que saltar de la cama de mi amante para garabatear en un minúsculo papel un dibujito que yo sólo comprendía. Sería antropomórfico. El tronco sería una viga de pino de 7 x 7, de una remesa que me quedó de una obra que nunca llegué a realizar. Los brazos como perchas en cruz, utilizando unos viejos pies de lámpara en bronce que había visto en el rastro. El cuello y la cabeza lo formaba un viejo mástil de guitarra de juguete que encontré en la calle hace ya muchos años. La base sería de acero para sostener el peso e iría lacada en negro. Se la encargué a un herrero del polígono que hizo un trabajo magnífico con la soldadura. Por último, le pegué un trozo de fieltro a la base para evitar que el acero rozase el suelo. La pieza estaba armada por ensamblaje, de tal forma que podría desmontarse en un hipotético caso de mudanza o divorcio. Telefoneé a mi cuñada para contarle un poco el diseño y ella le concedió plena confianza a mi gusto.
- Perfecto, entonces, os lo llevo esta noche.



Tuvo éxito, había quedado un buen trabajo. Mi cuñada tan contenta. Mi hermano a la par.
- Parece una escultura -, me dijo.
- Lo es -, le respondí bromeando.
- En serio, va a ser una pena cuando la cubra toda de ropa y no se vea.
Entonces, lejos de ser un problema, aquella observación que mi hermano hacía a las puertas de su nueva propiedad, me hizo recordar una sentencia, de esas que gustan hacer a los teóricos. Aparecía en “El Retrato de Dorian Gray“, en el prefacio, donde Oscar Wilde enumera una serie principios que, supongo yo, componen su convicción estética. Decía así:

Todo arte es completamente inútil.



Me hizo gracia y le pedí a mi hermano que no se preocupase, que al fin y al cabo un galán de noche servía para eso.
- Un galán de qué -, preguntó.
- Un desvestidor.
- Ah -, asintió mirando sin mirarme.

4 comentarios:

Hanuka dijo...

Bravo! de lejos parece la espada de Excalibur, pelín folclórica, pero excalibur no obstante.

MRCQ dijo...

Es un cruce de Almanzor con Miguel de Molina..
Bravo Hanuka! grace por el coment.

mariona dijo...

Me ha encantado... el galán, tu galantería y tu arte. Olé, Toni!

erchamocandelas dijo...

Gracias Marion, no había leído tu coment..
Jo! no pude ir a tu fiesta (fue ya?)
Creo que sí, me dijo Leti. Estaba con la muela recién sacada. Arrrrrr. Bso